jueves, 17 de noviembre de 2011

compartimos un espacio entre padres y docentes..

Los límites que educan




Señor Sinay: "Quisiera saber si la sanción, castigo, penitencia es efectiva para un hijo adolescente. Quizás como padres sintamos que esa medida nos da protección, ante un mundo peligroso y ante la libertad y omnipotencia que siente un chico de 15 años. Verdaderamente, la restricción ante una macana, ¿ayuda a nuestros hijos a pensar más antes de actuar o los conduce hacia otro error: mentir, dejar de comunicarse, escaparse, buscar lo prohibido? ¿Para quién es útil la sanción, para los papás o para los chicos? ¿Qué otra forma de educar existe para que nuestros hijos elijan por sí solos un buen camino, y sobre todo para que aprendan a cuidarse ante los peligros de esta vida?" Roberta G.
Quizás las dudas que inquietan a nuestra amiga Roberta puedan encararse desde otra perspectiva. En lugar de hablar de sanciones, castigos y penitencias, podríamos hacerlo de límites, libertad y responsabilidad. La educación es un edificio que se sostiene sobre tres pilares: la transmisión de valores, la demostración de que hay un sentido en la vida de cada persona, y la guía hacia un modelo de vínculos en donde el otro es respetado y es considerado como un fin en sí mismo, jamás como medio para un fin. Estas tres tareas corresponden primordialmente a los padres, al hogar, a los adultos significativos en la vida de los chicos. Y no hay otra forma de cumplirlas que no sea vivir los valores que se quieren transmitir, vivir una existencia con sentido (que no se agote en el tener, en el mostrar, en el hacer) y vivir vínculos significativos, que no sean meras transacciones utilitarias (con la pareja, con los hijos, con los socios, amigos, proveedores, clientes, familiares, es decir, con el mundo).
Desde esta perspectiva, los chicos entran a la enseñanza formal (a cargo de la escuela), ya educados. Sus pedagogos esenciales (padres, hogar, adultos significativos) educan con su vida, no con palabras, regaños, declaraciones ni sermones. Los padres son responsables ante las vidas que trajeron al mundo, o ante quienes adoptaron como hijos. La relación con los hijos es siempre asimétrica, debe serlo, es su naturaleza. No es de pares. Unos (los padres) guían a los otros, los educan, les responden. Y una de sus funciones esenciales es poner límites. El límite enseña que no se puede todo, que no basta desear para tener o hacer, que hay prioridades inmodificables, que la vida se asienta sobre ciclos y que cada ciclo tiene sus leyes y del cumplimiento de las mismas depende, en buena medida, la armonía, el equilibrio y el sentido de una vida. Cuando ponemos límites enseñamos a elegir. Si no puedo todo, debo elegir. Esto hará que me ponga en contacto con mis reales necesidades y que aprenda a valorar. Una sanción puesta porque sí es un arbitrio, un capricho que acaso, como dice Roberta, satisfaga al padre pero nada enseñe al hijo. Pero una sanción anunciada y cumplida según se anunció, en caso de que un límite haya sido transgredido, enseña una ley fundamental de la vida: la de que cada acción tiene una consecuencia. Cuando nos hacemos cargo de las consecuencias de nuestras acciones nos hacemos, también responsables. No es libre quien hace lo que quiere, quien ve su camino limpio de obstáculos. Es libre quien, habiendo aprendido que existen los condicionamientos, los límites, las imposibilidades, hace uso de su facultad de elegir. Y aun en los casos en que parece no haber opción, siempre queda una: nuestra actitud ante esa situación.
Los padres que no actúan como tales (poniendo los límites que como adultos les corresponden, fijando reglas de juego, haciéndolas cumplir, manteniendo con amor y respeto la asimetría del vínculo) por temor a que los hijos dejen de comunicarse, a que "busquen lo prohibido" o, en fin, a que dejen de quererlos, también educan a sus hijos, aunque no del modo deseable. Les enseñan que las relaciones son negociaciones, que se da cariño a cambio de lo que se recibe, que el amor es una transacción.
Cuando nuestros hijos, gracias al cumplimiento de nuestras funciones como padres, devengan adultos autónomos y responsables (para eso los educamos), estarán en condiciones, seguramente, de elegir su rumbo en una vida que, inevitablemente, ofrece peligros. Antes de eso, poner límites y sostenerlos (también ir adecuándolos a las edades de los chicos) es ejercer nuestra misión. Y eso, sin duda, es bueno para padres e hijos. Aunque para unos signifique tiempo y trabajo y para los otros frustraciones y protestas. Al final, ambos celebraremos juntos. 

Por Sergio Sinay.

Contenidos para Docentes...


Proyecto: Taller de cocina
Duración tres semanas.


FUNDAMENTACIÓN:


Es necesario incorporar hábitos y costumbres de alimentación desde niños y
nada mejor que comenzar a trabajar con esta problemática desde temprana edad
.
Considero que al realizar un taller de cocina, esté,  nos ofrece la oportunidad de trabajar  diversidad de recetas, cocción, elaboración y una alimentación sana e equilibrada.
Para que los niños se interesen por el proyecto y que las actividades sean productivas, la docente deberá ver que recursos utiliza a la hora de implementarlo, proponiendo preguntas y situaciones problemáticas  que promuevan un  ámbito de trabajo cálido y a través de ellas lograr en los niños una integración  y organización grupal.

OBJETIVOS:


*      Participen  y disfruten activamente de las actividades.
*      Reconozcan diferentes elementos, sus usos y funciones.
*      Resuelvan  situaciones problemáticas sencillas planteando diferentes alternativas.
*      Crear un espacio de encuentro entre FAMILIA- INSTITUCIÓN.
*      Exploración de diferentes materiales.


CONTENIDOS:

*      Expresión oral sobre las actividades realizadas.
*      Coordinación manipulativa (manejo de utensilios de cocina y elementos de higiene).
*      Interés y valoración por los aportes de los compañeros.
*      Incorporación de nuevo vocabulario.








ACTIVIDADES POSIBLES:

*      Preparar  pan, ensalada de frutas, gelatina, helado.
*      Indagar sobre los saberes previos que los niños poseen, en cuanto a los temas a tratar.
*      Registrar información, dibujar los pasos de distintas elaboraciones.
*      Búsqueda de restas, recurrir a las familias que manden recetas de cómo elaborar lo que vamos a cocinar, para que los niños tengan una primera aproximación de cómo elaborar, por ejemplo: pan.
*      Charla sobre las normas de higiene antes de cocinar.
*      Dialogar sobre: cuantas veces comemos por día, que comemos, con quien compartimos las comidas.
*      Averiguar en sus casas que pasa si no comemos, que ocurre si comemos muchas golosinas.
*      Escuchar atentamente las instrucciones para preparar alimentos (gelatina, helado, etc).
*      Sacar fotos durante el transcurso del taller y luego elaborar un mural.
*      Elaborar una carpeta viajera con las recetas elaboradas por los chicos y donde las familias compartirán secretos de recetas.
*      Visita a la panadería más cercana.
*       


RECURSOS:


Harina. Agua. Levadura. Asaderas. Sal Recipientes y utensilios necesarios.
Gelatinas. Frutas. Recetarios. Láminas. Recetas aportadas por las familias.
Revistas. Platos. Cubiertos. Cajas. Etc.


miércoles, 16 de noviembre de 2011

Rimas para los más pequeños...

Silvina Gallina
Silvina mi gallina
usa zapatitos de bailarina
se peina y se alista
igual que un artista
y con su copete
se hace un rodete.                            



 

Rabito
El conejo rabito
se metió en su huequito
calentito se durmió
de mañana despertó
se comió su zanahoria
y acabó con esta historia.


















El Sapo
Sapo, sapito, sapón
ya se asomó el chaparrón
canta, canta tu canción
sapo, sapito, sapón.   


 



Un Pajarito
Un pajarito
me dijo al oído
pío, pío, pío
tengo mucho frío.



 

Ratón de campo y Ratón de cuidad....

Había una vez un ratón que vivía en una humilde madriguera en el campo. Allí, no le hacía falta nada. Tenía una cama de hojas, un cómodo sillón, y flores por todos los lados. Cuando sentía hambre, el ratón buscaba frutas silvestres  para comer. Además, el ratón tenía una salud de hierro. Por las mañanas, paseaba y corría entre los árboles, por las tardes, se tiraba a la sombra de algún árbol, para descansar, o simplemente respirar aire puro. Llevaba una vida muy tranquila y feliz.




Un día, su primo ratón que vivía en la ciudad, vino a visitarle. El ratón de campo le invitó a comer sopa de hierbas. Pero al ratón de la ciudad, acostumbrado a comer comidas más refinadas, no le gustó. Y además, no se habituó a la vida de campo. Decía que la vida en el campo era demasiado aburrida y que la vida en la ciudad era más emocionante. Acabó invitando a su primo a viajar con él a la ciudad para comprobar que allí se vive mejor. El ratón de campo no tenía muchas ganas de ir, pero acabó cediendo ante la insistencia del otro ratón.
Nada más llegar a la ciudad, el ratón de campo pudo sentir que su tranquilidad se acababa. El ruido de la gran ciudad lo asustaba. Había peligros por todas partes. Había ruidos de coches, humos, mucho polvo, y un ir y venir intenso de las personas. La madriguera de su primo era muy distinta de la suya,  estaba en el sótano de un gran hotel. Era muy elegante: había camas con colchones de lana, sillones, finas alfombras, y las paredes eran revestidas. Los armarios rebosaban de quesos y otras cosas ricas. En el techo colgaba un oloroso jamón. Cuando los dos ratones se disponían a darse un buen banquete, vieron a un gato que se asomaba husmeando a la puerta de la madriguera. Los ratones huyeron disparados por un agujero.  
Mientras huía, el ratón de campo pensaba en el campo cuando, de repente, oyó gritos de una mujer que, con una escoba en la mano, intentaba darle en la cabeza con el palo, para matarlo. El ratón, más que asustado y hambriento, volvió a la madriguera, dijo adiós a su primo y decidió volver al campo lo antes que pudo. Los dos se abrazaron y el ratón de campo emprendió el camino de vuelta. Desde lejos el aroma de queso recién hecho, hizo que se le saltaran las lagrimas, pero eran lágrimas de alegría porque poco faltaba para llegar a su casita. De vuelta a su casa el ratón de campo pensó que jamás cambiaría su paz por un montón de cosas materiales. Y colorin colorado.... Este cuento a terminado.